En nuestra patria, uno de cada cuatro peruanos o peruanas está en el sector agropecuario. Tras las cifras decepcionantes del 2023 se siente un crecimiento en la agricultura. El 2023 la producción agrícola cayó en 4.1%, cifras que no se veían en tres décadas. La falta de políticas agrarias adecuadas sumada a los fenómenos climáticas adversos, causados por un modelo económico que agrede constantemente al medio ambiente, fueron las causas de este retroceso.
La pequeña agricultura familiar que sustenta el mercado interno sufrió con dureza esta situación. A partir de abril, sin embargo, hay una recuperación en los índices de producción orientados al mercado interno, cebada, quinua y papa, han normalizado sus ciclos de siembra.
No obstante esta pequeña luz en el horizonte no puede esconder problemas de fondo. La desnutrición y la anemia siguen con índices muy altos. Los problemas generados por la alteración del clima y la pandemia ahondaron las vulnerabilidades des las familias dedicadas a la agricultura, sus ingresos y su seguridad alimentaria se vieron muy afectadas.
El Estado tiene que intervenir apoyando con asistencia técnica, sobre todo en el uso de invernaderos, agua y mejore abonos naturales.
Entendiendo el rol que juega la agricultura familiar en la seguridad alimentaria, la economía y la salud, el Estado tendría que priorizarla lo que redundaría es una baja sustancial de recursos en el sector salud y una mejora sustantiva en el rendimiento escolar, tal vez así podamos salir del último lugar en el que nos ha puesto este año la prueba PISA, que evalúa el nivel educativo de niños y niñas de nuestro país.
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